El origen del Xoloitzcuintli (perro nacional mexicano)

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El perro Xoloitzcuintli, fue compañero de los primeros humanos que cruzaron de Asia a América y aún camina entre nosotros.

Imagina retroceder 3,500 años en el tiempo. Las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica – aztecas, mayas, toltecas – compartían su mundo con un ser extraordinario que consideraban sagrado: el Xoloitzcuintli, cuyo nombre combina “Xolotl” (dios de la muerte y el rayo) con “itzcuintli” (perro).

Este no era un perro ordinario. Los aztecas creían que Xolotl lo había creado a partir de un fragmento del “Hueso de la Vida”, el mismo material divino del que surgió toda la humanidad. Su propósito era dual: proteger a los vivos de los espíritus malignos y, tras la muerte, guiar las almas a través de los nueve niveles peligrosos del inframundo Mictlán.

Lo más fascinante es su diseño evolutivo perfecto para el trópico. Su piel sin pelo no es una anomalía, sino una adaptación genética brillante que lo convierte en un “calentador viviente” para los enfermos y ancianos. Su temperatura corporal naturalmente elevada funcionaba como una antigua bolsa de agua caliente, proporcionando alivio para artritis, reumatismo y dolores de todo tipo.

Pero aquí viene lo verdaderamente asombroso: estos perros casi se extinguieron dos veces.

Primero, cuando los conquistadores españoles los consumieron vorazmente como fuente de proteína, llevándolos casi al borde de la extinción. Segundo, durante las décadas de desprecio hacia las tradiciones indígenas.

En los años 1950, cuando los expertos pensaron que la raza había desaparecido para siempre, se organizó una expedición épica al interior de México. Encontraron apenas diez ejemplares viviendo en comunidades remotas, completamente puros genéticamente.

Esos diez perros ancestrales salvaron una línea evolutiva de 3,500 años.

Hoy, el Xoloitzcuintli no solo sobrevive, sino que prospera. Es el perro nacional de México, inspiró al personaje Dante en la película “Coco” de Disney, y continúa demostrando esa intuición sobrenatural que sus cuidadores originales tanto veneraban.

Algunas familias modernas aseguran que estos perros “saben” cuando algo está mal, dirigiéndose instintivamente hacia áreas doloridas del cuerpo humano, como si aún recordaran su propósito ancestral de sanadores espirituales.

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